El trabajo de Murgialdai ha supuesto sumergirse en un mundo muy personal, un viaje a una familia, a su historia, sus tierras, su caserío, sus recuerdos, su trabajo, sus esfuerzos. Además, vivir la pasión con la que Haritz Galdós transmitió su ilusión por crear su propia marca de txakolí, Murgialdai, nombre que viene de su caserío bien conocido en las tierras de Oñati.

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He aquí los primeros dibujos y bocetos que surgieron de las conversaciones e ideas que se intercambiaron durante las primeras reuniones. Haritz lo tenía bastante claro y ya con los comienzos de los bocetos nos decantamos por al idea clásica de mostrar el caserío que le ha dado el nombre, la personalidad y que constituye la esencia.

Murgialdai baserriaren historia mendeetan barrena galtzen da,
Haitzondoaren freskotasunean, bertako harizti eta pagadien usain hezean, mahasti, belardi eta soroez inguratutako paraje ederrean”

Aunque la traducción no suene tan entrañable lo que quiere decir el texto es lo siguiente: La historia del caserio Murgialdai se adentra entre los siglos. En la frescura de los los robles, en la humedad de los hayedos y robledales, en el bello paisaje rodeado de viñedos, hierba y tierras.



Finalmente los dibujos, los colores, las formas y el arte me llevaron a crear las etiquetas sobre un fondo blanco bordeado con dorado al igual que las letras, recordado al brillo del txakolí. También los colores del dibujo hacen un guiño a ese tono dorado, y agradable de un atardecer en las tierras de Oñati.



Resultado final de las etiquetas en las botellas en la botella no tiene nada que ver, se ven más elegantes y brillantes :-). Las etiquetas las imprimimos en Etiquetas Jeci, en Lasarte, el acabado muy profesional.

Finalmente diseñamos las cajas de cartón para el reparto del txakoli.